Después de todo, se llenó un mundo entero
con conversaciones alrededor de láminas sabor café. Desertor infatigable de
madrugadas en blanco, culpable de la felicidad total al abrir los ojos.
Mandarinas podridas y posos de bourbon. Las huidas hacia adelante siempre hacen
tropezar en el camino, sobretodo cuando hay días que no sabes de qué huías. Los
recuerdos son espesos, como resacas con vómito por aspirina. El presente es
peor según la hora. Compartir riegos de plantas nunca es agradable y la
soledad, mientras tanto, provoca náuseas. Pero el carmín rojo, los zapatos de
tacón y las risas hacen que se pase, hasta que la melopea entristece lo
suficiente como para irte en taxi a casa, o a cualquier cama que nunca es lo
suficientemente cómoda. Creo que el universo me debe un estipendio.
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