jueves, 18 de junio de 2009


Escribo, escribo, escribo
y no conduzco a nada, a nadie.
Las palabras se espantan de mí
como palomas, sordamente crepitan,
arraigan en su terrón oscuro,
se prevalecen con escrúpulo fino
del innegable escándalo:
por sobre la imprecisa escrita sombra
me importa más amarte.

Mes de mayo
Ida Vitale

lunes, 1 de junio de 2009

David Seymour y Madorumo

Imagen: Jóvenes mineros, Francia. 1935. David Seymour

Campos sembrados de vanidad y avaricia
Semillas de rencor que germinan en minas olvidadas
Donde la única ley que impera es su sudor o el destierro
Donde la sangre se cambia por dinero
Donde la edad de la inocencia los niños
Ya no la pierden por los miembros del clero.
Cruel destino para un ser humano
que nace para vivir y morir dentro de un agujero
Al capitalismo sus muertes le sale rentable
Puesto que el coste de su muerte es cero
Porque cuando perecen quedan enterrados
Bajo toneladas de rocas, arena y sufrimiento.
Ellos no tienen tiempo de ir al colegio
Han cambiado de forma obligada el lápiz y el cuaderno
Por un pico y una pala, por una mina que el mundo tiene olvidada.
Una mina de la que se extrae oro bañado en sangre de veintidós quilates
Una mina que cubre de joyas al ser humano mediocre de occidente
Que hacen sublime algo que es sencillamente inerte.
Financiando con su dinero a los que controlan la maquinaria de carne y hueso
Que extrae sin remisión las piedras que la decadencia luce en su cuello.
Falsedad de la comunidad social que exige el origen de un alimento
Pero cuando se trata de las piedras de la vergüenza
Su exigencia se vuelve ínfima, su exigencia se vuelve efímera
Mirando hacia otro lado portando las piedras del desconsuelo.

Madorumo