viernes, 27 de enero de 2012

Carmen Ruiz Fleta - Princesa con careta.

Abandona el cuarto y se abandona a la ducha,

prendiendo a conciencia su olor en las baldosas.

Se asoma silenciosa antes de marcharse del todo.

Él duerme.

Ya descubrirá de día que las princesas madrugan.

También está sola la noche

y a nadie reprocha nada.

Tanta quietud asusta a los cuerpos dormidos

que se asfixian abrazados

robándose mutuamente el aliento.

Sola extiende sus manos hacia la nada,

o hacia los hombres, es lo mismo,

hacia el espejo ciego

que devuelve noche a la noche.

Que la hace más noche y más negra y más sola.

Y a nadie reprocha nada mientras,

sola,

acaricia con sus dedos de muerte.

Aún no he aprendido

a morder esta vida manzana

como una loba,

como las mujeres antiguas de los libros.

Si de ello dependiera la vida de mis hijos,

o la lumbre del vientre vacío,

arrancaría a dentelladas la carne de la fruta,

y aullaría nanas cada noche.

Nada menos parecido a mí que una loba:

frágiles encías,

no cuido de nadie,

no nació mi camada.

Pero no hay luna

en que no aúlle mis culpas.

La mujer más fea del mundo

me hablaba de tratamientos faciales gratuitos

mientras ponía en mi mano un folleto

con la mujer más bella del mundo.

Ha sido a las 10 de la mañana.

La mujer más fea del mundo

debe entregar 500 folletos diarios

de la mujer más bella del mundo

para ganar 587 euros al mes.

Nadie mira a la cara de la mujer más fea del mundo.

Nadie se atreve.

Debería mancharme de una vez

el traje de novia

y dejar que se rasgara

tanta blancura y tanta candidez,

tan bien vestida desde la cuna.

Tanto faldón y tanta pátina

para acabar deseando pringarme de grasa

hasta los muslos

y comer con los dedos

sobre la vajilla dominical,

y mostrar los tatuajes

en forma de cicatriz

que me dejaron tantas batallas

en las que nunca luché.

Me canso de este contenedor de miedos

llamado cuerpo.

Me canso de no poder reciclarlo,

de no poder moldearlo

a la imagen y semejanza

de las miserias que acoge.

Me canso de estos músculos vagos,

de los cartílagos que dolían en la adolescencia.

Me canso de la autoridad de la epidermis,

y del desprecio abrupto de los párpados

que encierran tanto dolor inútil.

Me canso del cabello que no me atrevo a cortar,

me canso de estos pies, tan cobardes…

Este contenedor de mentiras llamado cuerpo

no me va a librar de la muerte

ni me va a salvar de mí misma.



Carmen Ruiz Fleta (Zaragoza, España, 1978)



Gracias a Anahí por compartir.

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