lunes, 17 de noviembre de 2008

Feliz cumpleaños

No consigo quitar la tinta de las paredes y no tengo valor para abrir la lata de pintura blanca y mojar en ella la brocha.

Las listas de la compra en la cocina, las películas que vimos juntos en el salón, tus poemas en mi habitación. Todo lo escribías con aquel permanente negro en las paredes. Incluso los insultos, tus reprimendas. Todo. Y ahí sigue todo, como el vaho en el espejo, con los rastros de tus dedos en él, diciéndome “pequeño” o “feo” cada vez que salgo de la ducha en invierno y no estás tú ni el albornoz mojado de ti.

Todas mis camisetas huelen a tu sudor. Tu sudor olía, olía tanto como tu perfume pero nunca me quisiste creer cuando te decía que no importaba, que tu sudor, su olor, me gustaba.

Todo está algo jodido desde que te largaste. Algunas sillas cojean, el gas se apaga en plena ducha, los cajones no abren bien y la cisterna no termina de vaciarse. Supongo que debía pasar así. Siempre ha sido así pero nunca he acabado por acostumbrarme. Dicen que el ser humano es un animal de costumbres pero siempre pensé que yo no era muy de aquí, que me ensoñaba con cualquier cosa y que, después de todo, eso no debía ser muy bueno.

No quiero volver a verte. Quiero volver a verte. Me gusta pensar que algún día te quedarás el tiempo suficiente para llenar todas las paredes de tus letras en permanente y que juntos pintaremos la casa para dejar sitio a más. A más tiempo juntos.
Debo empezar a acostumbrarme a mi sudor y a las paredes pintadas de blanco. A estar sólo y sin ti. A abrir la lata de pintura y hacer girar de nuevo el tocadiscos. Limpiar los vinilos y el espejo. Pintar todos los garabatos que escribiste en mi vida.



Feliz cumpleaños.

1 comentario:

R. V. dijo...

Desde Bodas de fiambre, la más cálida bienvenida envuelta en aplausos y reverencias.
Sabemos escoger la pluma y por eso estás aquí.
Sigue así.